Disfrutar una clase de Danza. Por Jazmín Derbas.
Hoy por hoy si hablamos del quehacer en danza no podemos
enfocarnos netamente en la técnica ya que contamos con un cúmulo de información importante sobre
los beneficios a nivel físico,
psicológico y hasta emocional, así como también diversos estímulos
correspondientes a cada cultura y sus influencias.
Ya desde sus inicios se puede decir que la danza acerca,
vincula y transforma aspectos de nuestras vidas y la de los alumnos, por ello
me parece importante esto como punto de
partida para asumir el enfoque que debemos brindar de acuerdo a los espacios
destinados a la danza y su desempeño.
Hay escuelas, institutos y academias de danza que preparan
al alumnado para convertirse en bailarines profesionales y también en docentes
de danza. Otros espacios comprenden
fines completamente distintos, pero lo que sí creo que en algún momento
comparten es que disfruten del bailar, o al menos eso es el deber ser de la danza:
buscar disfrutar del movimiento.
Mencionado esto, me pregunto
como profesora de técnica clásica para niños y adolescentes de siete a diecisiete años, ¿cómo hago para mantener vivo el espíritu del acercamiento y por sobre
todo el disfrute que enunciábamos como bases de la danza? ¿Cómo empalmar adecuadamente el goce del baile
con el esquema tan estricto de condicionamiento corporal? Sin dejar de mencionar que contamos con el
primer traspié:
La estructura corporal de los paraguayos (mis alumnos) son muy diferentes a los estereotipos que
muestra esta técnica.
En mi incesante afán de hacer una clase técnica amena,
disponible a los grupos con los cuales trabajo, me planteo lo siguiente; ¿será
que lo logro, será que puedo conjugar el trabajo técnico que necesito con un
disfrute real, compartido? A veces creo
que sí, otras creo que no, tal vez en algunos casos sí pueda acercar
algo de la técnica al alumnado y que lo pueda absorber, comprender y ejecutar,
muchas veces en tiempos muy propios de cada uno, pero; ¿se termina absorbiendo sólo
aquello que la técnica requiere? Pienso
que no. No solo porque me esfuerce en hacer amena la clase o que
disfruten lo que experimentan y vayan ganando confianza unos con otros, sino
porque creo que los alumnos vienen con un cúmulo de diferentes experiencias corporales
y de movimientos y con ésas experiencias
iniciar el proceso de enseñanza aprendizaje de la danza para generar destrezas que
puedan ir potenciándolas hacia la técnica, por supuesto que teniendo en cuenta
las condiciones y los factores para que se dé ese proceso. En un esquema de orden y códigos que la misma
danza va delimitando y definiendo permito que la danza suceda en la medida que
se dé, dando lugar al error y sacar ventaja de ello.
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